RESISTENCIA AL CAMBIO Y ZONA DE CONFORT : LAS TRAMPAS DEL MIEDO



La resistencia al cambio, el primer obstáculo a vencer 

Una experiencia ciento por ciento humana es sentir, frente a la novedad, cierto grado de nerviosismo y algunos temores lógicos. Esta incomodidad siempre se hace presente cuando aparece la oportunidad de encarar algo totalmente nuevo en nuestra vida. En ese caso que tu mente no te convenza de que "mejor malo conocido que bueno por conocer" y date la oportunidad de comprobar que eres el protagonista de tu vida, tomando tus decisiones.

El cambio siempre es posible y comienza cuando eres consciente de que en lo único que puedes intervenir es en ti mismo. Ante la posibilidad de iniciar un camino nuevo, hacia la transformación interior, es inevitable que aparezcan antiguas y nuevas resistencias:
"Ya lo intenté", "Quizá no es para mi", "Yo no cambio más", "Para qué", "A esta altura de mi vida", "Ya soy así", "No vale la pena", "Cuesta demasiado esfuerzo" y la lista de excusas puede ser mucho más larga...

Sin embargo, una vez quebrada la resistencia, la tarea será tener presente algo ineludible: El cambio para que sea consistente tiene que ser voluntario y consciente. Presta atención a tu comportamiento: el miedo a equivocarte es, la mayoría de las veces, el responsable directo de tu pasividad.

Será porque el "error" está mal visto en nuestra cultura puesto que estamos condicionados desde pequeños para obtener determinados resultados, considerados "mejores" según los parámetros impuestos por la sociedad de consumo que impactan directamente sobre nuestros paradigmas y creencias, de ahí la importancia de replantearnos a menudo cuáles son, para determinar si estamos satisfechos con la vida que estamos llevando a diario.

A veces nos aferramos a lo conocido sólo por temor, nos quedamos en la famosa “zona de confort” y no porque sea confortable, al contrario, por lo general suelen ser situaciones incómodas y estresantes, sino sólo por costumbre y una falsa seguridad porque el miedo a lo nuevo y a lo desconocido es mucho más fuerte.

Reconsidera tus conceptos acerca de lo que entiendes por éxito y de lo que significa para vos cometer errores puesto que en definitiva, lo que entendemos como error en realidad es la metodología que la vida misma provee como método de aprendizaje para ganar conocimiento a través de algo irreemplazable e intransferible : la EXPERIENCIA.

Siempre cuento que una vez, hace algunos años atrás, una persona me decía que quería "una vida sin sobresaltos". Me hizo un poco de gracia esta afirmación, pero a la vez me dejó pensando. Quien no. En un punto es una fantasía que ansiamos todos. Nuestra humanidad se rebela ante los imprevistos y la incertidumbre. Por eso, queremos seguridades. Las reclamamos! Creemos necesitarlas. Es más, nuestra mente egótica (la única cobarde en la historia) nos convence y nos tiraniza, por eso buscamos garantías de que todo va a salir bien y para ello, nos aferramos al control, al exceso de previsión. Entonces nos metemos en un laberinto mental tortuoso y perdemos lo único que de veras tiene valor : la PAZ interna.



Escepticismo y miedo, la peor combinación

Una vida sin sobresaltos en realidad se parece mucho más a una muerte en vida. Sin movimiento, sin cambios. Quietita y llena de seguridades, sin adrenalina y sin asombros. Será por eso que después, sin remedio, vienen el tedio y la rutina, de las cuales encima queremos escapar con sucedáneos de un mundo feliz, hecho a la medida de acotadas expectativas que anulan nuestros verdaderos sueños.

Será porque queremos encajar en moldes impuestos, queremos complacer y agradar, buscamos el visto bueno del entorno, las cosas resueltas, la comida masticada, el final de la película, el resultado de las cuentas, la fija, saber cómo termina la novela...

Entonces también recuerdo otra vez, otro lugar, otro tiempo pero la misma cobardía cuando, desde una mirada arrogante e inmadura alguien mencionó que no quería obviedades, que las verdades que le señalaban le resultaban de perogrullo, que a fin de cuentas le decían cosas que "ya sabía"... y sin embargo, su propio temor era el único que le impedía una cosa vital: amarse hasta romper toda inercia.

Animarnos a correr el riesgo de saber quienes somos, hasta adonde estamos dispuestos a llegar si nos atrevemos a ir más allá de lo previsible, dejando definitivamente de lado el molesto y siempre inoportuno "qué dirán", quitándole supremacía a la opinión ajena.

Por eso estaremos allí una vez más. Gracias a Dios. La Vida nos pondrá de nuevo en ese lugar incómodo todas las veces que sean necesarias. Exactamente allí donde avanzar aún sin ver, animándonos a escuchar verdaderamente nuestro corazón, será siempre la única manera de salir adelante, hacia el encuentro de nuestra autenticidad, la que nos hace sonreir y agradecer



Lic. Silvina L. Rodríguez
Psicóloga
Escucha Activa en Línea
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