LA GRATITUD Y EL DERECHO A SER FELICES 


Con la vida misma está el merecimiento completo

Me gustaría invitarte a que te tomes un momento para reflexionar en una idea edificante: por el sólo hecho de haber sido llamados a la existencia, todos tenemos el derecho y la posibilidad latente de obtener el máximo de felicidad en esta vida, tal como una semilla contiene la promesa de convertirse en un árbol frondoso.

Todos merecemos ser felices. Esta no es sólo una afirmación halagüeña. Es una verdad irrefutable. Y también en lo profundo de nuestra alma guardamos ese anhelo, lo sepamos conscientemente o no. Todas nuestras acciones, por pequeñas que sean, tratan de llevarnos hacia ese objetivo. Cada día amanecemos a una nueva oportunidad de ponerlo en práctica.

Sin embargo, muchas personas por distintas circunstancias vividas sólo han aprendido a reforzar y a sostener la insatisfacción y la desdicha, alimentando una forma de pensar que tiende al miedo, a la carencia y al escepticismo. El gran mal de nuestra era, donde los síntomas de estrés, angustia y ansiedad son alarmantes.



Ahora bien, ¿qué es ser feliz? 

La felicidad es un concepto que ha tenido muchas discusiones a lo largo de la historia humana. Por lo pronto, el diccionario de nuestra lengua, hace referencia al estado de una persona que “se siente satisfecha”. Ser feliz entonces tiene que ver con tener paz en el corazón y armonía en la vida. Que los pensamientos sean luminosos, repletos de bien y bondad, estar a gusto con nosotros mismos y con el acontecer. Ser feliz, en síntesis, tiene que ver con estar agradecidos. Un corazón que agradece ha entendido que esta actitud es la que abre la puerta a una vida apacible y más satisfecha, por ende, más feliz.


Pero, ¿Existe una fórmula para la felicidad?

El inconformismo, si bien se puede asociar de una manera positiva al deseo de superación ya que en parte refiere a la actitud que tiene una persona a no aceptar una circunstancia determinada (sobre todo si es impuesta o injusta), sin embargo, de otra manera mucho más sutil y negativa el inconformismo se puede relacionar lamentablemente con una postura mucho más común y corriente como lo es la queja permanente, la crítica despiadada, la ironía constante, el destrato sutil y no tan sutil, etc... todos gestos emparentados, en general, con la ingratitud. 

Por lo tanto, podríamos llegar a la conclusión de que el índice de infelicidad en nuestra vida es directamente proporcional a nuestro grado de gratitud.
Para pensar al respecto, hago apenas una simple ecuación:

+ INGRATITUD = + INFELICIDAD

Cuando abunda la ingratitud crece la infelicidad

+ GRATITUD = + FELICIDAD

Cuando abunda la gratitud crece la felicidad

Parece simple más no sencillo, es decir, que lo simple se hace difícil sólo por nuestra forma errónea de concebir la vida.

Cuando agradecemos, y no me refiero a decir “gracias” como un formulismo vacío de sentido sino todo lo contrario! a cuando elegimos decir gracias de verdad, sintiendo el gozo real en nuestro corazón por ese favor recibido. Ésta es la manera en la que debemos agradecer TODO en nuestra vida, es decir, inclusive aquello que podamos considerar desafortunado, no tan bueno o tan grato, pues estaremos agradeciendo principalmente lo aprendido con la experiencia y al hacerlo obtendremos mayor humildad y serenidad de espíritu frente a cualquier acontecimiento.

Quizá lo que ignoramos todavía es que hay una clave precisa: cuando agradecemos con ese sentimiento de completitud, con esa certeza y esa convicción, aún ANTES de que las cosas sucedan, ya estarás viviendo una vida abundante, con la sabiduría del bienestar real, que empieza por un corazón expandido por el amor y la confianza. Viviendo desde el acto de fe más grandioso que existe.



Lic. Silvina L. Rodríguez
Psicóloga
Escucha Activa en Línea
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