LA IMPERMANENCIA:
TODOS ESTAMOS EN TRÁNSITO
El cambio pertenece a la esencia de todas las cosas de la naturaleza
Fue Heráclito, filósofo griego (540 ac – 480 ac) quien afirmó que todo está sujeto a un fluir constante y que el cambio pertenece a la esencia de todas las cosas de la naturaleza por lo tanto el hombre, inserto en ella también está determinado por ese devenir.
Desde que asomamos al mundo, desde el mismo instante de nuestro nacimiento ¡e inclusive antes del mismo! nuestra vida se desarrolla en una sola dirección: hacia adelante. Sin pausas, sin prisas. Con un ritmo sabio en un tiempo estipulado.
Días, semanas, meses y años son nuestra manera de medirlo pero la naturaleza no sabe de calendarios ni de almanaques sólo sabe de ciclos, de épocas, de períodos que se cumplen inexorablemente. La vida es tiempo y tiempo es vida. Qué hacemos con nuestro tiempo será nuestra exclusiva responsabilidad pero es importante que tengamos en cuenta que la vida misma es experiencia de principio a fin.
Nacemos y algún día tendremos que morir, tal es la realidad de la existencia humana sin embargo desde ese nacer hasta ese morir hay un tiempo nuestro, un “mientras tanto” enorme, gigante, que es lo que nos interesa.
Al ver la vida como un proceso contínuo, podremos entender y experimentar que todas las situaciones, más allá de lo gratas o desagradables que puedan llegar a ser, en realidad son “transitorias”. Todo pasa, ya que nada es fijo o permanente.
El filósofo japonés Daisaku Ikeda (1924) en una de sus conferencias explica, desde la cosmología budista, este aspecto efímero de la realidad como la transitoriedad de todos los fenómenos naturales que se describe como un ciclo incesante donde formación, continuidad, declinación y desintegración se suceden sin descanso. Sostiene además, que como humanos experimentamos este ciclo a través de cuatro sufrimientos básicos: el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte.
De esta manera nos hacemos conscientes de nuestra propia finitud, y con ello habremos de hacer frente a la angustia y la aprensión, buscando la eternidad en formas de trascendencia: proyectos cumplidos, legados, etc.
Lo único permanente es la impermanencia
Esta idea de transitoriedad junto a la comprensión de que estamos todos conectados los unos con los otros y que nuestros ancestros y antepasados también forman parte de nuestro ADN, nuestra información genética en ese árbol genealógico que heredamos, es parte de ese gran trabajo introspectivo que tendremos que asumir tarde o temprano, ya que el mismo ayudará a que comprendamos que lo único permanente es la impermanencia, un concepto antiguo tomado de las filosofías orientales para representar una de las características de la existencia.
En un reportaje que le hicieron en Holanda, el 5 de agosto de 1933 al filósofo hindu Jiddu Krishnamurti (1895-1986) le preguntaron acerca de la inmortalidad, de a qué se refería él cuando sostenía que no había aniquilación ni continuación, a lo que él contestó
"La inmortalidad existe, pero para realizarla uno debe empezar con lo transitorio. La inmortalidad se encuentra en lo transitorio, no lejos de lo transitorio. Ahora bien, nosotros descartamos lo transitorio y tratamos de encontrar lo permanente, mientras que yo digo: Preste atención a lo transitorio y encontrará lo permanente, porque cuando descubre cuáles son los valores transitorios de su acción, nacidos del corazón y de la mente, en esa transitoriedad está la plenitud de lo perdurable, de lo eterno. Inherentemente, en lo transitorio mismo se encuentra lo permanente. Miramos la inmortalidad como un medio de escape o como un fin para ser alcanzado después de pasar por una serie sucesiva de experiencias. Para mí, la inmortalidad es estar libre de todo sentimiento de conflicto, y uno puede estar libre de todo sentimiento de conflicto cuando ha comprendido los valores genuinos, y para comprender los valores genuinos uno debe conocer toda la transitoriedad que lo rodea"
Este sabio hombre nos señala que nuestra transitoriedad es prenda de inmortalidad. Que estando conscientes de ello, podremos encontrar valor y sentido a cada pequeño acto de nuestra vida.
Entonces descubriremos que es innegable que todos estamos “en proceso” y dentro de los mismos procesos hay nuevos procesos porque la vida misma es movimiento perpetuo y cambio contínuo, y cuanto antes lo entendamos y aceptemos, mejor iremos aprovechando y disfrutando cada momento del camino.
Siempre hay un inicio, un momento de tránsito o “mientras tanto” y luego un resultado en el que ya está el gérmen de un nuevo comienzo, para continuar con un nuevo ciclo…
Y al entender esta sabia dinámica descubriremos que hay un plus: Lo que aún no hemos logrado se presentará una y otra vez, en distintas situaciones, con distintas personas, en nuevos lugares y escenarios, pero otra vez para sanar, para trascender, para desarrollarnos, crecer y superarnos en el arte de amar mejor, a los demás, a nosotros mismos, a Dios... pues ese es el objetivo supremo de la vida.
Lic. Silvina L. Rodríguez
Psicóloga
Escucha Activa en Línea
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