AUTOCONOCIMIENTO, UN PROCESO PERSONAL
A continuación les comparto una alegoría acerca del proceso que tiene lugar en nuestro interior cuando nos embarcamos en una labor introspectiva, ya sea en el ámbito de la psicoterapia como en nuestros espacios de reflexión íntima y personal. Una historia titulada:
“COMO ALAS DE MARIPOSAS”
"Y saben lo que pasó? Todas las brujerías del Brujito de Gulubú se curaron..." (María Elena Walsh)
Cuenta la historia que en un reino lejano, hace mucho, mucho tiempo, todas las personas de esa comunidad eran demasiado conversadoras, les gustaba mucho hablar y hablar…¡Tanto! que nadie se quedaba callado nunca y esto les impedía escuchar verdaderamente.
Desde que asomaba el sol en el horizonte hasta que se ocultaba detrás de las montañas, se podía oír el murmullo de un sinfín de voces entremezcladas donde el sonido de gritos, chismes, quejas, habladurías, llantos, peleas y discusiones, iba formando un bullicio realmente ensordecedor y un ambiente plagado de confusión, lleno de enojo, celos, envidias y rencores.
Fue así como el Rey un día, cansado de tanto caos, llamó a todos los sabios de la corte y les pidió que buscaran una solución. Entonces, para poder responder al deseo del Rey, los ancianos de la corte se retiraron a uno de los salones del castillo para poder deliberar. Pero una vez más, ese comportamiento que parecía imperar en el pueblo, tomó a estos hombres que también comenzaron a gritarse, a tratar de imponerse unos sobre otros, hablando todos a la vez, sin que pudieran llegar a ningún acuerdo. Lo cual era muy desolador.
Mientras tanto, lejos del pueblo en medio del bosque en una pequeña cabaña de troncos vivía un muchachito solitario, mitad joven, mitad duende, que disfrutaba del sonido del agua proveniente de la cascada y el canto alegre de los pájaros. Este joven permanecía en silencio la mayor parte del día, salvo cuando entonaba alguna antigua canción para acompañar su tarea, ya sea juntando leña, recogiendo frutos o reparando alguna herramienta. Ese canto le daba ánimos y alegría en su quehacer diario. Así transcurrían sus días, en paz y armonía.
Entonces, le llegó la noticia de que el Rey estaba buscando una solución al lío reinante en el pueblo, y que ni siquiera sus hombres más sabios podían ayudarle con eso. El muchacho, que tenía un gran corazón, se sintió apenado al enterarse de la situación. Y al anochecer, después de cenar y antes de entregarse al descanso, realizó un pedido al Buen Dios, que siempre había escuchado sus oraciones. De pronto, esa noche, tuvo un sueño muy extraño.
Se vió en el pueblo, en medio de personas enemistadas, pronunciando unas palabras amorosas, llenas de luz y de verdad: “que podamos hablar y escuchar siempre desde el corazón, con respeto, con honestidad y con amor” Dicho esto, se despertó. En su interior sabía que tenía una gran misión por delante.
Al día siguiente, se encaminó hacia el pueblo. Inició el recorrido sobre el lomo de su caballo, quien con paso firme recorría el camino pedregoso rumbo a la bulliciosa urbe. Cuando llegó, se produjo un gran silencio… El primero en muchos años. Cada habitante, boquiabierto, miraba a este joven forastero, enfundado en su traje de verde terciopelo, pero no era eso lo que cautivaba la atención de la muchedumbre sino sus magníficas orejas.
¡Nadie en el pueblo poseía unas orejas así! Lo que ellos tenían eran más bien pequeños orificios a los lados de sus cabezas. En cambio el joven poseía una orejas tan distintas ¡Esas orejas sí que eran preciosas! Eran como alas de mariposas por lo suaves y delicadas, parecían acariciar la cara de ese gentil muchacho, que los saludaba a todos muy sonriente mientras avanzaba hacia el castillo.
Cuando se presentó ante el Rey, que lo miró curioso porque también le habían llamado la atención sus bellísimas orejas, le preguntó que andaba buscando con esa visita, fue entonces cuando el joven, sin dejar de sonreír y con mucha calma, le dijo que él creía tener una posible solución para su problema.
Diciendo esto, le contó sobre su mágico sueño. El Rey estaba sorprendido por la historia pero no expresaba palabra alguna. Se levantó de su trono e hizo que tanto guardias como consejeros se retiraran del recinto. Y cuando se aseguró que estaban a solas, se quitó la corona, dejando al descubierto, dos orejas tan bellas como las del joven leñador.

Desde ese día trabajaron juntos con mucha paciencia y perseverancia para que ese sueño pudiera convertirse en una realidad tangible. Para ello primero el Rey entendió que ocultar sus orejas había sido un gran error y como líder de esa comunidad comprendió que tenía que ejercer su autoridad aceptándose a si mismo y usando su poder para influir positivamente en sus súbditos.
Dicen que luego de esa inolvidable reunión, con el correr de los días pusieron en marcha un ambicioso plan, lleno de luz y bondad, para que todos los habitantes de ese pequeño pueblo pudieran cambiar su forma de pensar y de sentir con respecto a si mismos y a los demás. Así fue como, poco a poco, a la mayoría les comenzaron a crecer orejas fabulosas en lugar de los orificios insignificantes que tenían, todas bellas y suaves, cual alas de mariposas. Todos iban quedando maravillados de su transformación, y con ello comenzó a afianzarse un cambio verdadero.
Principalmente porque aprendieron a usar para bien esas maravillosas orejas recién nacidas. Tal como decían las palabras que le fueron dichas en el sueño al joven leñador: aprendieron a escucharse desde el corazón, los unos a los otros, con amor y verdad. Entonces ¡por fin! cesaron las manipulaciones y las mentiras, las trampas mentales y los absurdos juegos de dominación y comenzaron a construir diálogo sincero, dando paso a la escucha, a la compasión y a la amabilidad en el trato diario.
Así fue como ese pueblo se volvió más armonioso y mucho más pacífico y dicen que hasta el Rey dejó por fin la corona en su caja fuerte, luciendo en paz sus orejas, siempre dispuestas a escuchar a los demás y a ser escuchado con respeto.
Entonces los habitantes de esa pequeña comunidad comenzaron a entonar bellas canciones, como himnos de alabanza y gratitud, y fueron capaces de escuchar el sonido del agua proveniente de la cascada y el canto alegre de los pájaros. Pero lo mejor sucedió después, cuando aprendieron a entregarse al silencio, donde también pudieron oír la voz del Buen Dios que les hablaba en susurros, directo a sus corazones.
Lic. Silvina L. Rodríguez
Psicóloga
Escucha Activa en Línea
11 2455 0296
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(*) ALEGORÍA del autoconocimiento
Pueblo bullicioso : Mente neurótica
Rey : el yo, lidiando con la realidad, el presente
Corona : Ego muy grande
Ancianos de la corte: funciones cognitivas y emociones
Joven: el espíritu, la esencia del Ser, la conexión con Dios.
Alas de mariposas: Consciencia, despertar espiritual real
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Las brujerías : Querer manipular y controlar las situaciones y/o las personas, etc. Las trampas del Ego, las distorsiones perceptivas, los pensamientos desmoralizantes, negativos, no confiar en uno mismo.
El brujito de Gulubú: El Ego, la mente neurotizada, suposiciones, temores excesivos, expectativas desmedidas, fantasías y miedos irracionales, el exceso de control, etc.
Se curaron : Hacerse cargo, tomar responsabilidad mediante el proceso reflexivo, darse cuenta, consciencia, cambio psíquico y emocional, madurez emocional y afectiva, consciencia espiritual, transformación, hacer lo correcto, ser honesto.
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