EL PROCESO DE DUELO: 
un camino doloroso pero necesario 

Frente a la pérdida, durante el proceso que llamamos de "Duelo normal", transitaremos distintas etapas y afrontaremos determinadas tareas para la superación en las que habrá que confrontar con las emociones menos gratas: la tristeza, el miedo y el enojo, además de los sentimientos asociados a las mismas, como la culpa, la impotencia y la frustración entre otros sentires que ponen al descubierto, de manera funcional y comprensible, toda nuestra vulnerabilidad.

Cuando perdemos a un ser querido estas etapas se hacen más evidentes y se transitarán con el ritmo que marque el corazón y su estado de consciencia, pues no hay recetas mágicas ni instrucciones específicas para transitar el dolor de una pérdida. Tan sólo la observación de otras experiencias similares que se hayan ido transitando.

Desde la Psicología siempre se mantiene una mirada investigativa que ha recopilado cientos y miles de datos para poder establecer algunos parámetros en pos de brindar una ayuda más certera, pero lo cierto es que cada Alma hace su camino a su modo y al hacerlo utilizará su personal manera de interpretar y resignificar los hechos.




LAS TAREAS DEL DUELO NORMAL

Estas tareas que menciono brevemente son las que el psicólogo norteamericano William Worden (1932) describe y amplía en su conocida obra “El tratamiento del Duelo” Dichas etapas son las que toda persona atravesará, con mayor o menor grado de consciencia. La idea es que las tengamos presentes para facilitar estos procesos vitales.

*La primera tarea será aceptar la realidad de la pérdida, lo contrario es la negación. El impacto emocional de la muerte de una persona repercutirá en muchos aspectos en la vida de los deudos y esta experiencia estará atravesada por una multiplicidad de factores (el grado de cercanía, la calidad del vínculo, etc) Aceptar la irreversibilidad de lo acontecido, es parte de comprender que todos somos mortales, que el tiempo y la incertidumbre conviven a diario con nosotros.

*La segunda tarea será trabajar las emociones y el dolor, lo contrario es la represión y el bloqueo de las mismas. Poder darle curso libre a las lágrimas es sano: ¡Si! llorar , definitivamente, hace bien. No le tengas miedo a las lágrimas, ellas también tienen su sabiduría y una función muy importante que es drenar la pena. Hablar acerca de lo que pudo haber quedado pendiente con la persona fallecida (conflictos subyacentes, recuerdos traumáticos, reproches, etc) y para hacerlo será preciso que la persona esté acompañada, contenida y escuchada.

Muchas veces al no ser conscientes de ello esta tarea queda trunca, es decir, quedan emociones encriptadas, cautivas dentro de nuestro corazón y sin elaborar de manera consciente. En este caso se habla de un “Duelo congelado” o patológico porque las emociones no pudieron seguir su curso natural y se reprimieron. Esto puede traer consecuencias, tales como: enfermedades orgánicas, estrés post traumático, depresión, etc e impactar en la vida de relación de la persona (afectar su desenvolvimiento laboral o sus relaciones inmediatas) por lo que solicitar ayuda profesional en esta situación es una medida acertada

*La tercera tarea será adaptarse al medio nuevamente, lo contrario es el aislamiento. En principio es normal sentir desgano o retirarse de algunas actividades, ya que se necesita toda esa energía para tramitar la pérdida y encontrar un nuevo sentido. Progresivamente se irá recuperando el ritmo normal de la cotidianidad. Es necesario respetar los tiempos internos de procesamiento, que difieren de persona a persona.

*La cuarta tarea será recolocar emocionalmente a la persona fallecida y continuar viviendo, lo contrario es cerrarse a la vida y al amor. Comprender que el amor que hemos sentido y sentimos no muere con la persona fallecida sino, por el contrario, vive en nosotros con la misma fuerza y con ello poder homenajear su memoria viviendo con pasión y felicidad genuina nuestras propias vidas.

Recomendaciones para sobrellevar estos momentos difíciles

Ante la pérdida y el dolor, es importante mantener una perspectiva constructiva que nos ayude a la elaboración saludable de la situación dolorosa de la pérdida.

En este sentido es recomendable que evites preguntarte ¿POR QUÉ A MI? pues al hacerlo te pondrás automáticamente en una situación de fatalidad que te dejará pasivo y te hará sentir en desventaja aumentando tu desdicha.

Lo aconsejable es una postura que contemple una mirada con sabiduría donde puedas preguntarte ¿PARA QUÉ sucedió esto en mi vida? ¿Qué puedo aprender de ésta situación? Entonces estarás ubicándote en un rol activo, atento, que te preparará para seguir avanzando de manera resiliente, a pesar del dolor y así podrás encontrarle un sentido profundo a la vivencia, por dolorosa que sea.

Será el momento adecuado para conectar cada vez más con el espíritu y encontrar el sosiego y la paz que tanto necesitas. Si encuentras que la experiencia es demoledora, y que no puedes resolverla por ti mismo, no dudes en pedir ayuda profesional.



Lic. Silvina L. Rodríguez
Psicóloga
Escucha Activa en Línea
54 9 11 2455 0296


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